jueves, 30 de noviembre de 2017

jueves, 23 de noviembre de 2017

La Iglesia y los mayores



 San Juan Pablo II habló y escribió mucho de los mayores. Suyas son estas hermosas palabras: “…La Iglesia aún os necesita. Ella aprecia los servicios que podéis seguir dando: vuestra oración constante; espera de vosotros vuestros consejos, fruto de la experiencia y se enriquece del testimonio evangélico que dais día tras día”.
Las personas mayores han de ser consideradas como un tesoro en la Iglesia y en la sociedad. Son los mayores los custodios de la memoria colectiva, tienen la perspectiva del pasado y del futuro en un presente que puede estar lleno de eternidad y serenidad. Ellos pueden poner  a disposición de todas las generaciones el tesoro de su tiempo, capacidad y experiencias, mostrando así los auténticos valores frente a las meras apariencias.  En la Iglesia, unidos en el movimiento Vida Ascendente, los mayores y jubilados son anunciadores de la Palabra y transmisores de la fe en la catequesis, miembros de los equipos de Liturgia, testigos del amor con su servicio de caridad con todos, especialmente con los más pobres, luz del mundo, sal de la tierra y levadura en la masa de la sociedad, impregnándola con los valores del Evangelio.
Y, aunque corren el peligro de sentirse inútiles en ambientes que exaltan la productividad y la rentabilidad economicista, su presencia debe mostrar que el valor económico no es el único ni el más importante. Se ha de valorar al ser humano, por encima de los valores ficticios que la sociedad moderna impone cada vez más: la eficacia, la productividad, la economía. El hombre y la mujer valen más por lo que son  que por lo que hacen. La vida es en sí misma un gran valor en cualquiera de sus etapas, y la tercera edad un supremo regalo. La serenidad del mayor otorga al mundo vida y salud, concebida ésta como armonía física, mental, social y espiritual.


martes, 21 de noviembre de 2017

La Identidad del Movimiento Vida Ascendente

Está determinada en los estatutos aprobados por la Santa Sede para todo el mundo, su estructura es simple, sus dirigentes son sólo animadores de sus encuentros.
Los miembros de Vida Ascendente se reunen en grupos semanales o quincenales compartiendo su amistad y animándose a programar la evangelización en esta etapa de la vida.
Sus actividades son adoptadas libremente y se realizan en el lugar donde residen, en su comunidad parroquial, en sus familias y en las organizaciones de la sociedad civil.

PILARES Y OBJETIVOS

Los tres pilares en los que se asienta este Movimiento son los de ESPIRITUALIDAD, APOSTOLADO y AMISTAD.
Estos pilares no son exclusivos, sino que están compartidos con otros movimientos, pero sin embargo el haberlos escogido los tres en su conjunto es propio de Vida Ascendente, que distingue la identidad del Movimiento. Los tres tienen igual importancia, consistencia y dignidad, debiendo cultivarse armónicamente y al unísono. Los tres tienen carácter sobrenatural porque no pueden ser vividos sin la ayuda del Espíritu.
El objetivo de Vida Ascendente es llevar y fomentar el mensaje de la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo a los jubilados y mayores, para que éstos puedan poner al servicio de su prójimo su caudal de fe, experiencia y tiempo.
Para alcanzar este objetivo el Movimiento:
a) Congrega a sus miembros en pequeñas comunidades o grupos, que se reúnen periódicamente.
b) Ofrece a sus miembros los medios para profundizar y perfeccionar su fe y para vivir este periodo de su vida con plenitud humana y cristiana.
c) Abre cauces de integración en la misión de la Iglesia e impulsa a participar activamente en sus acciones evangelizadoras.


domingo, 19 de noviembre de 2017

Historia


La experiencia de Vida Ascendente nació en París en los años cincuenta, cuando los primeros grupos de ancianos empezaron a reunirse animados por André d’Humières. Se constituyó en asociación en 1962 gracias al apoyo de monseñor Stanislas Courbe, Obispo auxiliar de París y primer Secretario general de la Acción Católica francesa. Desde Francia Vida Ascendente se difundió en Bélgica, Suiza, Canadá y en algunos países africanos. En 1985, bajo el impulso de René Tardy y con el apoyo del entonces Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal Eduardo Francisco Pironio, se fundó en Roma Vida Ascendente Internacional, estructura con la finalidad de favorecer la expansión de la Asociación en todos los continentes. La VMI goza del apoyo del Consejo Episcopal Latinoamericano, con el que coordina su actividad en América Latina, y es miembro de la Federación Internacional de la Tercera Edad. Reconocida por la Santa Sede como organización internacional católica, la VMI es miembro de la Conferencia de las OIC y en cuanto ONG tiene estatuto consultivo ante el ECOSOC. El 25 de marzo de 1996 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la Vie Montante Internationale como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.